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Bienvenidos y bienvenidas a Lanza tu proyecto, el podcast donde aprendemos todo lo necesario para lanzar nuestros proyectos. Desde herramientas de marketing a diferentes estrategias de negocio.
En este sexto episodio hablamos de los stakeholders de un proyecto, es decir, de todos los agentes (personas, empresas o instituciones) que tienen interés en un proyecto determinado. Ya sea porque les afecte generándoles beneficios o porque pueda incluso afectarles de forma negativa.
Ya estamos con las palabras en inglés, y es que en marketing (o mercadotecnia) se usan mucho. Pero vamos a definir lo que son los stakeholders de un proyecto antes de nada. Así sabremos de lo que estamos hablando. Un stakeholder sería una parte interesada que participa en el desarrollo o ejecución de un proyecto. Puede ser una persona u organización interna al proyecto o participar de forma externa.
Como vemos es una definición bastante extensa. Los trabajadores o los accionistas de una empresa son ejemplos muy directos y fáciles de identificar como stakeholders de un proyecto. Pero la amplitud del concepto abre miras. Por ejemplo, una asociación de vecinos puede ser un stakeholder de un proyecto. Imaginemos una fábrica situada en un vecindarios, que recibe apoyo de las asociaciones de vecinos para mantener sus instalaciones, debido al trabajo que generan en la zona.
Es importante que entendamos que un stakeholder debe participar en el buen curso de un proyecto. O, dicho de otro modo, un staleholder es una parte interesada que si dejase de participar en un proyecto lo afectaría notablemente. Incluso, en extremo, podría llegar a acabarse el proyecto sin la participación de dicha parte interesada. Imaginemos, por ejemplo, el caso de los clientes. Son stakeholders de un proyecto y sin ellos es evidente que no hay proyecto que se sostenga en el tiempo.
Vamos a citar stakeholders y a definir su importancia y efecto en el desarrollo del lanzamiento de los proyectos.
Los clientes serían uno de los principales stakeholders de un proyecto ya que sin ellos casi ningún proyecto podría sobrevivir. Y, cuidado, que casi os puedo escuchar, si hablamos de proyectos solidarios o esos que no venden nada, el papel de los clientes lo podrían interpretar personas que donen al proyecto. Es decir, si hablásemos de una ONG podríamos entender que los clientes son las personas que donan a la causa.
Si hablamos del lanzamiento de un proyecto, los clientes juegan un papel fundamental siempre que se quiera validar dicho proyecto. Es decir, si lo que queremos es saber si tenemos demanda, deberemos lanzar un proyecto validándolo. Con crowdfunding, por ejemplo, lanzamos un proyecto siempre y cuando consigamos validarlo. Es decir, siempre que consigamos vender un mínimo número de unidades de un producto, servicio o experiencia.
Si vamos por otro camino, como el de conseguir inversión para luego probar de validar un mercado. Deberemos poner toda nuestra energía en conseguir esos clientes. Ya que, de otro modo, nuestro proyecto dejará de recibir el apoyo de inversores. Inversores que, por cierto, también son stakeholders como veremos más adelante. En cualquier caso, el papel de los clientes como stakeholders de un proyecto es crucial.
Hablemos ahora de los fundadores de un proyecto. Unos stakeholders que definen un proyecto, para bien o para mal. Definirán su misión, es decir el motivo por el que el proyecto existe. Definirán una cultura del trabajo, inspirando (o desmotivando) a los empleados que vayan a tener. También definirán los límites existentes en la organización a efectos de horas trabajadas, conciliación familiar y otros importantes aspectos.
Los fundadores tienen interés claro en que un proyecto subsista en el tiempo. Pero pueden equivocarse en su toma de decisiones. Cuando lanzamos un proyecto, los fundadores deben implicarse en el lanzamiento. Yo, con mis clientes, siempre dejo claro que soy consultor y necesito que quien asesoro se implique en el lanzamiento de su proyecto. Parece una obviedad, pero no os creeríais la cantidad de gente que hay por ahí que quiere pagarte para que le hagas todo su trabajo.
Y es que un fundador tiene un trabajo claro que hacer, no es simplemente una figura para idolatrar por parte de los empleados. Y en el lanzamiento de un proyecto la figura de las personas fundadoras es vital. Sin su implicación no habrá éxito ya que nadie va a creer en un proyecto cuyos fundadores no apoyan con su dedicación completa. Por eso en los foros de inversión tuercen el morro cuando un emprendedor dice que está en un proyecto a tiempo parcial. La falta de implicación en fases iniciales es sinónimo de problemas para conseguir la subsistencia de un proyecto.
Y así llegamos a los empleados un stakeholder cuya implicación debería ser mayor en gran parte de los proyectos. ¿Por qué digo esto? Pues porque es lo que he visto y sigo viendo en mi día a día como consultor. En general las personas empleadas no tienen en cuenta lo difícil que puede llegar a ser manejar un proyecto en sus fases iniciales. Y eso les lleva a no comprender ciertos esfuerzos que deben llevarse a cabo en dichas fases.
Pero claro, esto responde a un motivo, muchas veces hay negligencia por parte de los fundadores, los inversores y otros stakeholders de un proyecto con respecto a los empleados. Una persona mal pagada, sin instrucciones claras y sin un plan de carrera bien definido, es normal que no esté tan motivado como las personas que recibirán un beneficio directo si el proyecto crece.
Por eso en los lanzamientos es tan importante coordinar bien las acciones dirigidas a motivar a los empleados. Si comprenden la importancia del lanzamiento de un nuevo producto en su empresa, seguramente se impliquen más. Si, en otro ejemplo, los empleados comprenden que el proyecto emprendedor en el que trabajan puede retribuirles a la vez que crece, también estarán mucho más motivados.
Ah, y cuidadito, luego hay que cumplir con lo prometido. Ahora toca anécdota de abuelo. Os cuento.
Cuando empecé a trabajar en Mediaset como Ejecutivo de Cuentas tuve un inicio de carrera meteórico. Me ascendieron de Ejecutivo Assistant a Junior en un tiempo récord y la valoración positiva de mi trabajo era constante. Todavía recuerdo las palmaditas en la espalda. Pero claro, eso no dura para siempre en la mayoría de ocasiones. Y no fui la excepción que confirma la regla.
A partir del tercer año y hasta el noveno en que estuve en la empresa, parecía imposible que se reconociesen mis méritos. Y lo que ocurre es que soy una persona muy dedicada en mi trabajo. Un punto de inflexión fue el momento en que la división comercial en la que trabajaba se quedó con una persona menos por una reestructuración. Yo me cargué todo el trabajo a mi espalda y llegaba al trabajo hasta una hora y media antes de que empezase mi hora oficial de entrada. Sacando trabajo de forma casi enfermiza. ¿El resultado? Nada de ascenso, sólo más palabras bonitas.
Al final las palmaditas en la espalda pasan de gustarte a parecerte una broma. La motivación decae cuando uno vive este tipo de situaciones como empleado. Pero no hay mal que por bien no venga, y gracias a ello empecé a interesarme por seguir el camino emprendedor que había iniciado en mi etapa de estudiante universitario. Dejé mi trabajo y empecé a emprender, y así hasta el día de hoy.
Pero vamos ahora a hablar de los inversores que también pueden jugar un papel fundamental en ciertos proyectos. Yo no defiendo la entrada de inversores en un proyecto como política. De hecho siempre defiendo que un proyecto debe validarse y lanzarse antes de plantearse el recibir inversión. Pero eso no siempre se hace. En cualquier caso, desde el momento en que entran inversores se adquiere un compromiso por parte del proyecto con esos stakeholders.
En ocasiones hablaremos de inversores que aportarán trabajo y no únicamente dinero al proyecto. También puede ser que dichos inversores sean conscientes de las dificultades que tiene empezar un proyecto y respeten al equipo que lo gestiona. Pero, por norma general, la inversión ejerce presión sobre las personas que gestionan un proyecto y las que trabajan en el mismo. Y esa presión no siempre es buena.
Así que, si bien debemos entender el interés de los inversores en recibir el retorno de su inversión, no siempre nos conviene aceptar sus exigencias. Ya que si, por ejemplo, quieren que el proyecto crezca rápido a cualquier precio, eso puede ocasionar hasta la muerte del propio proyecto. ¿Cuántas empresas llevan años recibiendo inversiones millonarias y facturando millones de euros pero sin tener beneficios? ¿Y eso lo veis normal? Porque yo no, desde luego.
Y, esperad, no me digáis (alguno de vosotros) lo de Facebook, Twitter y esas empresas que en el principio de los 2000 recibieron inversión para crecer sin un modelo de negocio claro. Eso es agua pasada, ahora esas mismas empresas deben investigar nuevos modelos de negocio. Y no olvidemos a la cantidad de empresas que se quedaron por el camino con esa misma política de la inversión antes que la validación.
Hoy en día la clave es validar primero, y si hace falta conseguir inversión para crecer hacerlo con una cuenta de resultados saneada. Es decir, con beneficios. Así se podrá negociar mejor la entrada de los inversores y éstos podrán recibir el retorno de su inversión con mucha mayor probabilidad. Estos stakeholders, los inversores, tienen todo el derecho a luchar por recibir el retorno que esperan de los proyectos. Pero nosotros como gestores de un proyecto debemos evitar que nuestro proyecto muera por la presión de los inversores.
Pasemos ahora a las asociaciones empresariales, industriales o profesionales. Un punto aparte en el mundo de los stakeholders, os lo aseguro. Imaginemos un proyecto que se emprende en un sector innovador. En ese contexto suelen salir asociaciones que intentan capitalizar las oportunidades del sector innovador. Sin ir más lejos, es algo que nos ocurrió cuando empezábamos con mi equipo a emprender en el sector del crowdfunding en el año 2011.
La asociación española de crowdfunding nació en esos primeros años de actividad de nuestra plataforma. Y, como novatos emprendedores que éramos, tuvimos interés en entrar en la asociación y en participar activamente en la misma. Y bueno, qué queréis que os diga, hoy en 2023 dicha asociación prácticamente no tiene actividad. Y en los tiempos en los que se creó representó una oportunidad para conocer profesionales del sector. Pero no podemos decir que tuviese un impacto real en nuestra cuenta de resultados.
Por tanto, es cierto que las asociaciones son un stakeholder para las empresas del sector que representan. Pero eso no significa que haya que dedicar esfuerzos dentro de dichas asociaciones, mientras dichos esfuerzos y tiempo dedicado no se traduzcan en resultados tangibles para el proyecto que lideramos.
Es así como llegamos a los competidores, que también son un stakeholder de cualquier proyecto. Pero a ver, estaréis pensando muchos, ¿cómo puede ser que una empresa o persona tenga interés en un proyecto que le hace la competencia? Pues bien, el hecho es que no es cuestión de voluntad, un competidor participa pasivamente en el desarrollo del proyecto con el cual compite. Es una realidad que la competencia hace que los proyectos mejores, por superación o por necesidad de supervivencia.
Aquí está la clave del análisis de los competidores como stakeholders de un proyecto. Hacen que cualquier proyecto mejore y trabaje mejor para superarse. Además, en algunos casos empresas competidoras pueden llegar a colaborar y a hacer proyectos conjuntos. Eso también se ha dado en ocasiones y se debe tener en cuenta como posibilidad en nuestros proyectos.
Asimismo, debemos considerar que la competencia puede ser directa o de creadores de bienes sustitutivos. Los bienes sustitutivos son aquellos que pueden sustituir al producto o servicio que estamos lanzando. Por ejemplo, un smartphone puede sustituir a una tablet en determinados contextos. Un móvil con una buena cámara podría sustituir a una cámara reflex. Pero bien es cierto que las cámaras de los móviles muchas veces las crean proveedores que antes sólo trabajaban para empresas clásicas de fotografía. Como vemos se pueden dar colaboraciones en muchos sentidos entre empresas que sean competencia directa o indirecta.
Pasemos al gobierno como stakeholder, ¿cuánto puede llegar a afectar un gobierno a las empresas de un estado o de un país en concreto? Está claro que a cualquier gobierno le debería interesar que las personas empresarias y autónomas generasen riqueza y estuviesen bien tratadas en todos los aspectos. Pero eso parece chocar frontalmente con algunas políticas que se toman. En cualquier caso, sea de forma positiva o negativa, está claro que el gobierno es un stakeholder de la mayoría de empresas de un país o estado.
En ese sentido debemos tener claras las ventajas e inconvenientes de lanzar un proyecto en un país determinado. Quizás nos convenga estudiar diversas opciones antes de ponernos en marcha con un proyecto. Y, por ejemplo, constituir nuestra empresa en un país o estado que beneficie más la creación de empresas recientes o el trabajo en proyectos con innovación.
Pasamos ahora a los proveedores, otro stakeholder fundamental. En primer lugar porque nuestro proyecto será cliente de este stakeholder. Pero, asimismo, porque de darnos un mal servicio pueden afectar directamente a nuestro proyecto. En crowdfunding tenemos experiencia en casos delicados con proveedores. Proyectos que se lanzan, que deben entregar un producto en cierta fecha, y que no pueden debido a que los proveedores no cumplen con su parte del trato.
Pero, por otra parte, un proveedor puede aportar mucho valor a un proyecto. Por ejemplo, entendiendo las necesidades de un proyecto de reciente creación y dándoles facilidades en los pagos. O permitiendo a dicho proyecto que encargue tiradas más cortas de un producto. Imaginemos una imprenta que acepta que los autores noveles impriman ejemplares partiendo de 100 unidades a un precio competitivo.
Acabamos con las comunidades como el último grupo de posibles stakeholders de un proyecto que vaya a lanzarse. En este caso nos referimos a grupos como sindicatos, familia o comunidades de vecinos. Cada caso tendrá algunos, todos o ninguno de estos grupos afectando a su proyecto. Pero se debería estudiar cómo afecta cada stakeholder de este grupo a nuestro proyecto y su desarrollo.
Imaginemos, por ejemplo, una empresa que quiere instalar taquillas en los edificios para que se usen con la mensajería y la paquetería. Y, de ese modo, solucionar el problema de los envíos en horas en las que no hay nadie en casa. Este proyecto, por ejemplo, tendría en las comunidades de vecinos un stakeholder a considerar. Ya que estará en manos de dichas comunidades el aceptar o no la instalación de las taquillas. Y, por otro lado, serán estas comunidades quienes valorarán el beneficio obtenido gracias al producto instalado y también las posibles molestias que se ocasionen a la vecindad.
Y así llegamos al final del episodio sexto del podcast. Como siempre, mil gracias por estar ahí, al otro lado del micro.
Os leo en los comentarios de YouTube y en los mensajes que me enviéis a través del formulario de mi web. Y, por supuesto, recordad que en vanacco.com (con v y dos c) encontraréis cursos y la mejor información fresca para lanzar vuestros proyectos. Nos vemos el próximo lunes a las 11:11 horas.
Saludos y ¡felices lanzamientos!
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